Puede que por algún motivo te encuentres preocupado bien, sea por uno de los exámenes más importantes de tu carrera profesional u otro problema como la glotonería y la ansiedad por los dulces u otro alimento que no te dejan concentrarte. Al notar esta ansiedad puede sentir más preocupación, tu nerviosismo aumenta al igual que las pulsaciones y comienzas a sentir una sensación extraña en tus dedos que se va extendiendo por la mano.
Es como una especie de hormigueo y debilidad que se va apoderando de tus extremidades superiores. Este entumecimiento se irá experimentando a medida que se va durmiendo las manos. Si te llega a pasar esto, lo principal es no entrar en pánico y es posible que te preguntes: ¿Por qué se duermen las manos?
En este artículo, explicaremos un poco sobre ese tema tan común.
El ejemplo que se ha explicado anteriormente, es más frecuente de lo que piensas. Viéndolo desde un punto de vista clínico, y es conocido clínicamente como “parestesia de manos” y, de una manera más coloquial, como pérdida de sensibilidad de una o ambas manos, ese hormigueo es explicado por los pacientes que lo padecen como, “manos dormidas”.
¿Por qué se duermen las manos?
La parestesia es una alteración que se relaciona con la variación de la sensibilidad de una específica zona corporal. Las causas principales de este cambio no se reconocen con exactitud. Sin embargo, sí se relacionan con diferentes factores que pueden inducir a esta situación. Entre ellos, tenemos:
- Problemas vasculares causados por una mala circulación sanguínea en la zona afectada. En caso de las manos, es normal en personas que sufren edema.
- Causas traumáticas: este viene a raíz de una serie de síndromes que generan el entumecimiento de manos. El más común y popular de todos es el Síndrome del Túnel Carpiano.
- Ciertas alteraciones nutricionales por la falta de vitaminas como: (B12, B9, B1, B6)
- Complicaciones psicológicas, algunas enfermedades psiquiátricas o cambios de depresión, ansiedad o pánico.
- Problemas con el sistema nervioso, como las hernias discales, mal funcionamiento del plexo braquial, o cambios en la raíz de los nervios.
El uso de algunos medicamentos (carbamacepina, fenitoína), bebidas o sustancias tóxicas (alcohol, cocaína, tabaco) o determinados tratamientos especiales como radioterapia o quimioterapia.
Enfermedades crónicas como hipotiroidismo, vasculitis y diabetes.
Otros efectos tenemos una angina de pecho, infarto agudo de miocardio, ictus, mala postura o congelación.
Por eso debes estar atento a la causa principal que derivo este mal y de esta manera el médico tratante asigne el tratamiento adecuado.