Tras la unión matrimonial de una pareja pueden surgir conflictos o problemas que no tengan solución y la pareja se vea tan afectada ante estos inconvenientes que decidan que la mejor opción es romper el matrimonio y poder empezar de nuevo una vida separada cada uno. En esta situación, muchos son los elementos a tener en cuenta a la hora de realizar este trámite, pues dependiendo del grado de aceptación de ambos afectados o si solo uno de ellos quiere tomar esta decisión, el proceso será distinto.
Más allá de las facilidades o dificultades de este acuerdo, existen elementos que condicionan cómo proceder en la separación, como puede ser tener una casa o local en propiedad de ambos, haberse casado en gananciales o con separación de bienes, entre otros detalles. Uno de los elementos más comunes y que condicionan un divorcio son los hijos.
Veamos a continuación la diferencia entre los divorcios con hijos y los divorcios sin hijos y cuáles son los distintos procedimientos.
Divorcio sin hijos
En el caso de un divorcio sin hijos no intervendrá el Ministerio Fiscal y tan solo se atenderá a los aspectos relacionados con bienes patrimoniales o deudas comunes. En esta situación, los divorcios son de dos tipos: amistosos, cuando no hay ningún tipo de dificultad entre los interesados en el trámite, y contencioso, cuando las dos personas no llegan a un acuerdo por no querer favorecer a ninguno de los dos o no estar de acuerdo con las condiciones.
Para que no se dé esta situación de desacuerdo por bienes, la mejor opción es casarse en régimen de separación de bienes, donde las propiedades y otros bienes de cada uno de los miembros del matrimonio serán única y exclusivamente suyos. Al contrario, el matrimonio en régimen de bienes gananciales, vincula las propiedades y bienes de ambos miembros como posesión de ambos.
En cuanto al aspecto económico, el divorcio de mutuo acuerdo es más barato, ya que no precisa de la regulación de un juez, pues ambos miembros de la pareja han llegado a un acuerdo a partir de la intervención de un abogado. Si uno de los dos miembros del matrimonio no está de acuerdo, la persona que solicita el divorcio no está obligada a mantener el matrimonio, al igual que otro cónyuge no está obligado a aceptarlo. En estos casos de desacuerdo, la intervención de un abogado es fundamental, para mediar entre ambos.
Divorcio con hijos
Por otro lado, el divorcio con hijos tiene una serie de peculiaridades añadidas a las anteriores. En este caso, ambos progenitores tienen obligaciones, aunque se lleve a cabo un divorcio. Aspectos que hay que tener en cuenta son la pensión de alimentos, la patria potestad, la guarda y custodia y el régimen de visitas.
Entendemos por patria potestad los derechos, atribuciones y deberes de los padres con los hijos no emancipados, elementos que por el divorcio se ven afectados a los trámites de la pareja. Una vez resuelto el divorcio, la custodia se le concede a uno de los progenitores, por lo que el otro debe cumplir con una serie de obligaciones. En primer lugar, está obligado a prestar mensualmente una pensión por su alimentación. Según el acuerdo, esta pensión se concederá hasta la mayoría de edad o bien hasta que el hijo o hija sea independiente económicamente.
El progenitor al que no se le ha concedido la custodia también tiene derecho a visitar y disfrutar de sus hijos según un acuerdo marcado. Se trata del régimen de visitas, un plan en el que ambos progenitores se reparten el tiempo en el que están con sus hijos. El más común es que los niños pasen un fin de semana con cada uno de sus padres, así como que se dividan las vacaciones y otros días libres.
Como vemos, los hijos son un aspecto fundamental a la hora de llevar a cabo un divorcio, siendo una obligación que ambos progenitores deben seguir cumpliendo.