Estrés laboral: 5 estrategias claves para reducirlo
Quien no sufra de estrés laboral que arroje la primera piedra. Lamentablemente, hoy es un mal que nos aqueja a todos. El caracter del trabajo ha cambiado y cada vez suma más responsabilidades para mantenerse vivo dentro del mercado. Todos somos prescindibles, por lo que debemos exigirnos al límite y eso demanda un esfuerzo físico, psicológico y emocional que puede ser demasiado alto.
En las mujeres esto puede verse potenciado por su rol de madre y cuidadora de familia. Al seguir siendo vinculadas a ese papel, debemos encargarnos de todo lo que el trabajo implica más la casa, lo que nos regala una dosis extra de estrés. Pero todo esto puede resolverse. Desde consejos en libros de autoayuda hasta sesiones de mentoría con mujeres profesionales que atraviesan o han atravesado la misma situación.
¿Qué es el estrés laboral?
El estrés laboral es la respuesta, física y emocional, a un desequilibrio que se da entre las exigencias que se imponen y las capacidades de un individuo para hacerles frente. Esta respuesta tiene efectos sobre la salud, tanto física como mental, pero también sobre cómo se realiza el trabajo, lo cual puede derivar en ausentismo, rendimiento y productividad. Es una condición que puede afectar a todos los trabajadores, independientemente de la categoría o profesión.
¿Cuáles son las causas más comunes del estrés laboral?
Las causas por las cuales podemos experimentar estrés laboral son diversas y varían en función de cada individuo. Las más habituales son:
Expectativas poco claras. No tener claro cuál es tu rol, qué tareas forman parte o no saber qué esperan de ti es una causa habitual del estrés laboral. En muchas ocasiones también influye las expectativas que tenemos sobre el salario para que se ajuste a lo que consideramos justo.
Condiciones laborales. Si el trabajo que debemos desempeñar, el lugar o el ambiente en el que se lleva a cabo no son de nuestro agrado, afectará el desarrollo de nuestra actividad de una forma negativa.
Falta de control. El no disponer de un control sobre nuestro trabajo, rutina u horarios puede ocasionar cierto desgaste. Depender de otros en nuestro día a día impide, en ocasiones, poder hacer las cosas como nos gustarían y puede desembocar en exceso de trabajo o presión. La falta de recursos para desempeñar nuestras tareas también puede ocasionar la aparición del estrés laboral ante la incapacidad de cumplir con los objetivos marcados.
Futuro próximo. En un mercado en continuo movimiento en el que la oferta excede por mucho a la demanda, las preocupaciones por nuestro futuro laboral, posibles despidos o cambios de posición pueden ser una fuente de estrés.
Entorno disfuncional. Otro elemento a tener en cuenta es la relación con los compañeros y con nuestro superior. El mal vínculo con un compañero/a o que tu superior controle cada detalle de tu trabajo puede contribuir a que te sientas estresada. La falta de apoyo y de reconocimiento pueden ser otros detonantes.
¿Cómo reducir el estrés laboral?
Para reducir el estrés laboral y reducir su impacto existen varias maneras. Ten en cuenta que no todas pueden ser justas para ti. Lo ideal es que las pruebes y veas cuál te resulta mejor.
Planifica tu trabajo. Saber organizar nuestra jornada laboral nos permitirá ahorrar tiempo vital y no caer en la improvisación. Poder acomodar nuestros tiempos nos dará una sensación de control que nos ayudará a acomodarlos de una forma ventajosa.
Objetivos claros y realistas. Saber qué queremos alcanzar es importante. Marcarnos retos y desafíos, siempre que la meta sea realista y alcanzable, nos proporcionará un grado de motivación y de satisfacción.
Desconectar. Aprender a desconectar suena sencillo, pero suele traer bastantes complicaciones. A veces nos sentimos culpables por apagar nuestro cerebro de las obligaciones laborales y, por eso, no lo hacemos, lo que termina generando que cometamos algún error. Dar un paseo por los pasillos, ir por un café o mantener una breve charla con un compañero brinda un descanso a nuestra mente y nos ayuda a rendir mejor.
Decir no. Aunque pueda resultar incómodo, saber decir que no nos puede permitir aliviar el volumen de trabajo cuando lo sentimos excesivo. Debemos tener en cuenta que cuanto más abarcamos, más grandes son las posibilidades de no poder cumplir y sentirnos insatisfechos o frustrados.
Saber delegar. Confiar en las personas de nuestro equipo y en sus capacidades a la hora de hacer frente a las obligaciones nos traerá beneficios tanto personales como colectivos. No podemos estar en todo, y debemos aceptarlo.
Aplicar estos sencillos consejos así también como programas de mentoría puede ocasionar una mejoría en tu situación laboral y, por consecuente, personal. Trabajar es obligatorio para la mayoría de las personas, pero por eso no tiene que ser una pesadilla. Podemos disfrutar de lo que hacemos siempre y cuando nos cuidemos a nosotras mismas.



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