En los años de 1950, existía el paradigma conductista basado en la psicología, esa rama encargada de estudiar solo la conducta apreciable de las personas y que posteriormente fue reemplazado por el “paradigma cognitivista”, basado en los procedimientos mentales que ocurrían en la “caja negra” del cerebro humano.
La tecnología por sistematización se encontraba en auge y el anhelo de simular a través de una máquina los procedimientos cognitivos obligó a describir estos de una forma más precisa. El ordenador era un aparato tonto que se restringía a seguir las indicaciones que el programador le daba, lo que pedía a este no pasar ningún paso, por más trivial que este pareciera.
Los avances de la inteligencia artificial (IA), principalmente ChatGPT, igualmente están ayudando a comprender mejor cómo trabaja el cerebro humano, que es una especie de sistema GPT (Generative Pre-Training Transformer). Por lo tanto, el cerebro humano, funciona con esta tecnología, generando los textos, fundamentándose en grandes bancos de datos y en procesos sintácticos para manejarlos. Aunque la máquina no entiende del todo lo que hace, y esto le ocurre a nuestro cerebro. Los componentes que disponen de una frase o cualquier evento mental no suelen ser conscientes. El cerebro no se encarga de reconocer la frase que está formando. Por lo tanto, somos conscientes de lo que pasa y en el momento de la enunciación. Esto evidencia la razón de E.M. Forster cuando dijo a uno de sus personajes: “¿Cómo puedo comprender lo que pienso, si todavía no lo he dicho?”
Comprensión masiva
Gracias a los programas ChatGPT 3 y 4 estos trabajan para aportar un aprendizaje para reforzamiento propio. Es el proceso que estudió B. F. Skinner, donde expertos en psicología del siglo XX, como lo fueron Piaget y Freud. Dieron a conocer que el cambio más radical mediante la inteligencia artificial se dio a conocer el momento cuando programadores, en vez de indicar cuáles eras las instrucciones a la máquina, le brindaron premios (refuerzos) con el fin de que estas se las ingeniara para conseguirlos.
Los expertos en el tema mejoran mucho y diferencian entre premios y lo que son los valores. Ambos cuentan con un carácter positivo, sin embargo, bajo la manera de un número en una fórmula y, hasta hoy en día, ese propósito se le suministra al programador. Aunque por sí solos, los programas no poseen metas ni ningún objetivo.
En el momento que un programa no mantiene sus instrucciones, este no buscara alcanzar premios, es posible dejar de saber lo que está realizando la máquina, qué datos ha manipulado, qué patrones ha hallado, que transformaciones ha realizado. Cuando se solicita a los expertos en Inteligencia Artificial una “nitidez algorítmica”, se está pidiendo una petición imposible para poder satisfacer.